Con motivo de la reciente crisis del COVID-19 se han disparado las demandas de divorcio pero también las de modificación de medidas en orden a reducir o, incluso, extinguir la pensión de alimentos.
Esta situación ha roto la tendencia que venía observándose en toda España durante el ejercicio anterior, sin duda impulsada por los vientos de la definitiva salida de la crisis económica que veníamos arrastrando desde 2008.
Antes de la pandemia del coronavirus podíamos afirmar cosas como que caen los divorcios y las separaciones en Madrid un 5,8%. Ahora, a la espera de datos concretos, la situación es a la inversa, ya que las consultas en los despachos de abogados para divorciarse se han incrementado considerablemente.
Pensándolo bien, hay que reconocer que ello no deja de ser lógico, pues el confinamiento ha impuesto una convivencia 24/7, de día y noche, de lunes a domingo, a 20,4 millones de personas en España que viven en pareja, lo que unido a la tensión que genera en muchos matrimonios la incertidumbre laboral que representan los ERTE’s y, en general, el miedo al contagio de un virus del que de momento no existe vacuna, es el caldo de cultivo perfecto para el afloramiento de las diferencias y, con ello, la excusa, también perfecta, para organizar auténticas batallas campales al socaire de cualquier cosa por trivial que sea.
El ejemplo más cercano en el tiempo lo tenemos precisamente en el país origen del foco, China. En este país, tras el confinamiento, en la ciudad de Dazhou se presentaron, en dos semanas, 300 solicitudes de divorcio, con el consiguiente colapso de los juzgados.
En España, las cosas no van a ser muy diferentes, pues en nuestro país, los abogados sabemos que es tradición que tras períodos más o menos largos de convivencia como las vacaciones de verano o Navidad, los divorcios crezcan de forma exponencial. Esta crisis del COVID-19 viene además, con el agravante de que es una crisis doble: sanitaria y económica, por lo que los efectos de la misma en los matrimonios no se van a ver de forma tan inmediata sino a medio plazo.
También, es cierto, esta crisis ha podido servir para reforzar la relación de la pareja, provocando o suscitando un sentimiento de preocupación y protección hacia el otro. En este sentido, sería interesante que hubiera un estudio sobre aquellas parejas que con motivo de la crisis del COVID-19, hayan visto reforzada su relación, a la manera de aquellos autónomos y pequeños empresarios que han hecho de la necesidad, virtud, y se han reinventado saliendo, económicamente, de una forma más exitosa de lo que lo hicieron al comienzo de la pandemia.
En definitiva, el coronavirus ha generado no solo una pandemia de carácter sanitario, sino también de ruptura matrimonial y de pareja, así que es muy posible que quien lea este post tenga la necesidad más o menos urgente de tramitar un divorcio en Madrid o en cualquier otra parte de España, para lo que recomiendo, que, además de contratar a un abogado especialista en Derecho de Familia, se arme de paciencia y procure, ante todo, llegar a un acuerdo con su pareja que evite la contienda judicial y agilice los trámites del proceso.
Este artículo es un post patrocinado que he tenido el placer de escribir para el despacho Charta Abogados, de Madrid y recomiendo su difusión visitando su página web www.chartaabogados.es
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